En el mundo de las comunidades de propietarios, enfrentarse a obras importantes no es precisamente una noticia que se reciba con entusiasmo. Reparaciones de fachadas, rehabilitaciones de cubiertas o mejoras en la eficiencia energética suponen, en la mayoría de los casos, un desembolso considerable que no siempre está previsto en las cuentas anuales. Sin embargo, en los últimos tiempos ha surgido una herramienta que puede ayudar a hacer frente a estas inversiones: los Certificados de Ahorro Energético, o CAEs.
Los CAEs permiten a las comunidades de propietarios obtener una certificación oficial por las mejoras energéticas realizadas en su edificio. En otras palabras, si una comunidad acomete obras que reduzcan el consumo energético —por ejemplo, mejorando el aislamiento de la fachada o sustituyendo la cubierta por una de mayor eficiencia—, puede conseguir un número determinado de CAEs equivalentes al ahorro conseguido. Estos certificados tienen valor económico y pueden ser vendidos a empresas energéticas obligadas a cumplir con objetivos de eficiencia. Así, lo que inicialmente es un gasto puede convertirse también en una fuente adicional de ingresos.
El Gobierno Vasco, tiene una línea de ayudas para obras comunitarias, que ofrece ayudas a fondo perdido para la comunidad, desgravaciones fiscales a los copropietarios y ayudas directas específicas a quienes están en una situación de especial vulnerabilidad económica.
Esto supone que una comunidad que decida actuar puede beneficiarse tanto de una subvención directa como de la generación de CAEs, optimizando de esta forma su esfuerzo inversor.
Imaginemos el caso de una comunidad en Bilbao que necesita rehabilitar una fachada deteriorada. Antes, el único camino era aprobar derramas, buscar financiación y afrontar los gastos como se pudiera. Ahora, con una buena planificación, esa misma comunidad puede solicitar las ayudas públicas, ejecutar las obras mejorando la eficiencia energética y obtener CAEs que posteriormente venderá a una comercializadora energética. Los ingresos obtenidos de la venta pueden destinarse a amortizar préstamos, reducir futuras cuotas o acometer otras mejoras necesarias.
Por supuesto, para maximizar estos beneficios es fundamental contar con asesoramiento técnico y jurídico especializado. Cada proyecto debe estar bien documentado y las mejoras energéticas deben ser verificables y cuantificables. Además, no todas las obras generan CAEs, por lo que conviene analizar previamente el potencial de cada actuación.
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