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Hasta hace poco, transformar una vivienda en un piso turístico era casi tan sencillo como colgar el anuncio en una plataforma online, inflar un poco las fotos y esperar la avalancha de reservas. Pero desde el 3 de abril, este juego ha cambiado. La reciente modificación de la Ley de Propiedad Horizontal introduce un giro decisivo: ahora, quienes quieran dedicar su vivienda al alquiler turístico necesitarán el consentimiento expreso de la comunidad de vecinos.

El nuevo artículo 17.12 de la ley incorpora una exigencia que puede marcar un antes y un después en la convivencia vecinal. Ya no basta con cumplir la normativa autonómica o municipal. A partir de ahora, la comunidad tiene voz y voto, y no precisamente simbólico. Será necesaria una mayoría de tres quintas partes del total de propietarios —que a su vez representen las tres quintas partes de las cuotas de participación— para autorizar este tipo de actividad en el edificio. La comunidad gana así una herramienta real para protegerse de los efectos colaterales del turismo descontrolado.

Este cambio llega tras años de quejas por parte de vecindarios que han visto cómo su día a día se desdibujaba entre maletas con ruedas a todas horas, fiestas inesperadas en martes por la noche y un goteo constante de caras desconocidas en el portal. En ciudades como Bilbao, donde el equilibrio entre el dinamismo turístico y la vida de barrio es especialmente delicado, la medida promete devolver algo de control a quienes de verdad habitan y cuidan los espacios comunes.

La ley no prohíbe el alquiler turístico, pero introduce una condición lógica: que se haga con el acuerdo del conjunto. Porque no es lo mismo vivir al lado de una familia con la que te cruzas cada mañana en el ascensor, que al lado de un apartamento con inquilinos distintos cada 48 horas. Esta modificación busca precisamente eso: restaurar un mínimo de estabilidad y convivencia.

Por supuesto, no faltarán voces que hablen de intervención o de trabas al emprendimiento. Pero no se trata de poner barreras, sino de reequilibrar derechos: el de quien quiere alquilar con fines turísticos y el de quienes quieren vivir con tranquilidad.

Así que, si alguien está pensando en lanzarse a la aventura del alquiler turístico, mejor que primero prepare dos cosas: una buena estrategia… y una junta de propietarios.

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